domingo, 4 de septiembre de 2011

Cuando la ves, ya no la ves a ella. Su vista se pierde constantemente en el horizonte situado detrás de la ventana llena de diminutos diamantes de lluvia. Creo que se sigue preguntando dónde está él después de tanta locura, de tanta insatisfacción con la vida misma.

Se encoge un poco más, aplastando sus rodillas contra su pecho aumentando así la dificultad de mantener el equilibrio sentada en el alféizar. Ella sabía donde estaba y por qué motivo, pero ya sólo salía una sonrisa que apartaba cualquier rastro de pregunta metafísica.

-Sabes que en el momento en el que el pelo se te caiga y las arrugas inunden tu piel, una de las pocas personas que se implicará seré yo. Después de tanto tiempo y de mostrarte tal y como eres... Doy por seguro que cuando quieras mirar alrededor estaré yo, sólo yo. No te das cuenta ahora, pero lo harás con el tiempo aunque no sé si será demasiado tarde.

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