El hambre de quererte
Que estuve comiendo pan y agua todo este tiempo
para que tú pudieras seguir golpeando rabioso mis ojos
que no querían ver, que te veían siempre con adoración.
Y todavía, cuando te pienso,
no me controlo y tiemblo.
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¿A quién tenías delante cuando estaba recostada en tu pecho?
Y me acostaba dudando de si era a mí
a quien tenias delante.
Me recostaba sobre tu pecho para obligarte a mirar
a quien tenias delante;
¿quién se rompió en pedazos por ti, quién mordió el suelo?
sólo quería un duelo de miradas para conocer la verdad:
porque no era a mí a quien veías
cuando me tenías delante.
No sabía que en el espacio que quedaba entre tu pecho y el mío cabían todas las estrellas del universo,
cuando estaba recostada en tu pecho.
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