...Había una nota en tinta roja encima de la mesa, pero nadie se dio cuenta.
Muchas noches cuentan que no la vieron marchar y otros que casi consiguió despedirse de todo el mundo, incluso de aquellos que aún no había llegado a conocer. La historia se metamorfosea según los labios que la narren. Sólo ella sabría con exactitud lo que llegó a hacer y las palabras que no llegó siquiera a pronunciar.
Y a veces todos nos dormimos recordando su sonrisa, que más que sonrisa era un gesto triste. Gesto de mal augurio para los que comprendieron que el huracán se generó en ella misma, en el núcleo de su corazón, y que casi nos destruye a los que estuvimos a su alrededor.
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