Hay días en los que los invencibles pierden; donde los largos discursos se llenan de vacíos léxicos a causa de mentes necias. Días que sirven para levantar a una comunidad ante aquellos que limitan sus libertades mas puras. Cuando de nada sirven las lágrimas y lo único que queda son amplias sonrisas imposibles de derribar.
E independientemente, mi cabeza se inclina hasta los cientochenta grados y se queda patas arriba mis pensamientos. Locura transitoria transitada por bienaventurados pensamientos; la inocencia se vuelve a purificar siempre que haga falta para que de forma inconsciente siga temblando cuando sigues haciéndome cosquillas en la nuca; cuando cantas canciones al oído y cuentas tus secretos en pequeños latidos.
Y de forma peculiar me fui volviendo indefensa ante las diminutas palabras que me dedicas cuando nadie nos mira.
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