miércoles, 1 de junio de 2011

Se intercalan sentimientos.

Y de repente vuelves a creer en los antiguos griegos y en su percepción de la historia como un gran circulo que siempre vuelve a comenzar: caos y orden, orden y caos. Se reordenan las apariencias y todo vuelve a ser igual. Como si nada hubiera cambiado, como si todos estos meses o incluso años hubieran sido en vano. Y estalla el reloj tras la combustión del ambiente en mil centellas que me impiden respirar. El agobio de ver que todo se precipita a la nada otra vez y tener la voluntad atada de pies y manos; encadenada a volver a oír las mismas frases de huidas rápidas y despedidas que comienzan en el mismo momento de la presentación personal. Y es tan doloroso ver que todo acaba para volver a surgir de las cenizas... Aquel sentimiento de verse aislada de los demás, sin una mirada que pare tu deseo irracional de tirarse al vacío sin camisa de fuerza; encerrada entre tantos acordes vitales que los demás vuelan y yo no me elevo ni unos miseros milímetros.

Y sera verdad que siempre soy algo tonta, inepta e incapaz de ver que por mi no se preocupa nadie mas que yo. Me empiezo a creer que tanta inocencia y niñez solo me ha conducido a un callejón sin salida. Tropiezos, caidas, cabezas gachas y sin aparente sonrisa.

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Entre el Sol de la toscana o sobre las calles mal asfaltadas de la bulliciosa ciudad de la plata; siempre sobre una bicicleta algo oxidada por el olvido humano, rescatada posteriormente por mi mano y las ganas de sentirme libre en las veredas del camino poco marcado. Ese fue mi sueño pero no se como consumarlo, si sera un vestigio de alguna vida pasada en mi o algo natural en mi cuerpo.
Recordarme que mas de una vez me plantee la huida no se si ha sido correcto.

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