Y no te puedo asegurar que lo vi venir, al contrario: Lo evitaba con todas mis fuerzas. Era tan incansable la lucha de poder desperdiciar otro segundo más mirando al río,... y su incesante tic-tac que me llegó a gustar, que la ambigüedad de las palabras que no pronunciabas (pero que pensabas y escribías) me dijeron que la línea divisioria era mayor entre tú y yo que entre yo y tú; y eso es una clara evidencia de que la excusa perfecta era dejar de querer y huír, corretear entre el juego, música, variedad y alcohol. Olvidando lo pasado y sin perdonarse jamás lo que hubiera sido en un futuro. Y es que entre tanto cíclope las luces del jazz se apagaron y no quedó nada más que silencio, cansancio, nostalgia (bella palabra), y agónicos esfuerzos por retomar una vida que tenía nuestros nombres por separado.
Tenuemente me voy haciendo cargo de la carga que lleva mi alma, sin tratar de buscarte en mensajes de singular amor; o tratando de volver a divagar sobre los rascacielos de las ciudades en las que, en estos momentos, no me gustaría reconocerte.
Al salir, cierra la puerta y no preguntes más mi nuevo nombre. Seré otra sombra para ti, como antes de conocer los mínimos secretos de mis pupilas. Lárgate y llevate contigo las inseguridades y los pronósticos de fatalidad. Ya... ya no quiero saber nada más de eso.
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-¿Y esa será nuestra historia?
- No, la Plata me pertenece a mí antes incluso de que tú supieras su localización. Serás un invitado a mi sueño, pero no lo compartiremos. Te ignoraré si nos encontramos en el café argentino y me preguntas de mi vida, mis sombras y demases. Y un ''¿Acaso yo le conozco?'' zanjará las cosas de tal forma que se zanjaron en estos momentos. Ni estrellas ni boulevards que hagan recordar que fuiste lo más bel for me. Y más cíclopes, y más anecdotas rebosarán en mí y tú, con pena en mí, ya no resurgirás. Todo finiquitado, todo expulsado.
Y si tengo algo más que decir.. espero que no tengas noticia de ello.
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