-Y bebe de este mar que para ti no está tan salado. Llora vientos de plata cuando yo no te vea, pero cuando vuelvas a saber de mí vuélveme a llenar de besos todas las mañanas como si la distancia fuera una de las más débiles murallas. Prométeme que me arroparás con palabras cuando crucemos pupilas otra vez.
jueves, 21 de julio de 2011
Creo que...
Que la gente se puede largar sin más. Que a parte de los sueños, nos queda sólo indicios de algo que creemos real pero normalmente no lo es. A veces nos perdemos y sólo tenemos un cuerpo como para olvidar que poseemos lo más importante en esta vida: la necesidad de avanzar. Sin embargo los inconvenientes son grandes, tan grandes como la piel unida, trazos únicos que se fueron conexionando al compartir momentos, sentimientos y secretos. Tratar de desprendernos de aquellos que comparten gran parte de nuestra superficie no es tarea fácil, hay que ser valientes y pegar un tirón repentino para evitar el dolor que produce las despedidas largas (y es que siempre que nos chocamos tú y yo es un largo ''adiós'' que nunca llega a acabar... De ahí el dolor ahogado y las tardes por madrid entre cafés). ¿Sabes? No pretendo herir a aquellos que comparten mi misma mirada, no quiero dañar la inmortalidad de aquellos a los que considero hermanos o amantes, pero todo se enturbia y no comprendo cómo actuar sin necesidad de desprenderme de lo que he sido tanto tiempo; porque comenzar de cero siempre ha sido algo arriesgado por la posibilidad de perder nuestra identidad por el camino.
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