sábado, 9 de julio de 2011

Walk by the man who sings a song to the street lights.

Pensar que abandoné esta tarea semanas atrás. La di por imposible y ahora vuelvo a las andadas: Sigo prometiendo, sigo recogiéndome el pelo con un lapicero y destrozando mentes que se encontraban sostenidas por finos hilos de conciencia. Sigo acariciando cuando ya no soporto en mi cuerpo lo poquito que quedó de mí después de tanta tortura; acaricio cuando quiero desaparecer o fundirme con la persona a la que ronroneo cuando no me mira.

Sigo siendo débil. Débil de piel, de mirada y de poco más. Al fin y al cabo, siempre fui lo que ella un día se propuso mirando la ciudad desde el puente (puente que cruzaba un río de asfalto. Puente que perdió todo su significado). Y sigo siendo algo que me congela los huesos cuando no oigo voz alguna a mi alrededor o que me paraliza cuando, ya tan de golpe, se pierde el perfume de una prenda que no me pertenece entre el aire del recuerdo.

-Combino a la perfección con lo imperfecto de querer hacer realidad los sueños. Qué patraña más grande podés hacer con cuatro palabras y muchos silencios. Ponme algo de ''Folk'', They don't belive in lights... Esa está bien.

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