No hace falta escribir una historia para sentirse realizados. Yo siempre las dejo a la mitad, no me gusta poner ese punto final y dejarlo todo tan silencioso. Pienso que hay cosas no deberían de acabar jamás, y aunque a veces sienta que sí, dentro de mí siempre estará la eterna posibilidad de no cerrar nunca esa puerta. Jamás la cerraré y, si en algún momento decides salir por ella, déjala entreabierta. Por si acaso algún día te apetece volver a entrar y empezar de nuevo a coleccionar ilusiones.
-Echo de menos tu sonrisa bajo la manta.
-Cerca. Nariz frente nariz. ¿A que sí?
[...]
Nietzat musu motela.
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