De cómo cambia la vida; si en un momento reímos y después el miedo nos aprisiona. Y es que los descuídos nos sensibilizan a la realidad. Tan sensible me quedé que al colisionar contigo que no supe descolgar tus botones de mis ojales, anonadada por no predecir lo que se llevó el tren y lo que me esperaba en el andén para partir. Y gracias a ti no hay heridas, la piel amoratada me recuerda que mi torpeza me permite caminar con más sigilo hasta llegar a la habitación donde habitas sin que percibas mis pasos. Y voy acariciando el suelo al son de tus notas, irradian ilusión, lo siento en el pecho con demasiada pasión.
Y ahora podrás entender que siempre seré yo quien atravise tu costado con la palma para apuntillarme y darte un beso en la nuca, con el olor de tu perfume después en mi labios despintados. Con la convicción de que te darás media vuelta y te harás el sorprendido.
Quién va a ser mi playa en Madrid..
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