En abril se pliega el telón. Se paran los relojes y se abren tus ojos. Encierras tus miedos en una caja para colocarla en el estante horizontal del paisaje cuando el Sol se esconde para que nadie los encuentre; ni siquiera yo. (...) Te giras pero ya no me encuentras. Empezamos un juego que no quiero que termine nunca: Intercambiamos alivios lentos, verdades, conflictos y a veces un poco de nostalgia cuando nos contamos nuestra historia. Como dos extraños con ganas de todo... dos víctimas de choques de miradas.
El viento del norte comienza a golpear mi silueta; me acerca más a ti y me anclo a tu espalda, buscando mareas de corrientes cálidas que remuevan mi pelo con tranquilidad... sin prisa por que pase el tiempo, a tu lado, temblando.
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