domingo, 26 de diciembre de 2010

Los titánicos esfuerzos de una bicicleta oxidada por avanzar.

No empuje señora,
bajo en la próxima, que ni usted es marquesa ni yo un miserable,
mi generación suele ser más amable,
más criticable pero no escuchamos a nadie,
cuando nos falta el cariño es como si nos falta el aire.



Ya no quiero ninguna explicación que te de la sensación de que te disculpas. Pretendo que vivas con todas las verdades que no te atreviste a pronunciar para que se atragante tu alma y veas que hasta los más ilusos acabamos con la más pura verdad en las retinas y no sabemos qué demonios hacer con ellas. Sí... serán los demonios los que se apoderaron de mi cuerpo y ya no me dejan actuar con inercia. Ellos te miran mal, me protegen, te desean un fin trágico. Mas qué podemos esperar de esas bestias que habitan en lo más profundo del alma impura... Me susurran que mi tiempo no ha hecho más que empezar, que este tiempo pasado trajo consigo la experiencia de la vida y que ahora queda aplicarla. Pero sin excesos, sin malas miradas culpabilizadoras, sin el deseo de hacer mal a nadie... Esto sólo me hizo ser más yo y menos lo de alrededor.

Y ahora mírame y dime que no hubo día en el que no te arrepentiste de algo que no me digiste o que tergiversases para no hacerme daño en ese momento.

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